viernes, 15 de diciembre de 2023

DIA # 14 3-4 RELACIÓN MAESTRO ALUMNO EN LA EDUCACIÓN INFANTIL.

 LA LIBERTAD 15 DE DICIEMBRE DEL 2023

 3-4 RELACIÓN MAESTRO ALUMNO EN LA EDUCACIÓN INFANTIL..

La relación entre maestro y alumno en la educación infantil debe estar basada en que el docente se haga querer, pero también respetar. Por último, el perfil del maestro en educación infantil debe responder a una persona organizada y que tenga la capacidad de hacer que sus alumnos participen y tengan iniciativa

La relación profesor-alumno

A partir de estas ideas, dos escenarios educativos, el interpersonal y el institucional, aparecen como espacios relevantes en la formación ética. Es pertinente iniciar esta exploración con el primer escenario y, específicamente, con la relación profesor-alumno en el aula. Veamos algunos puntos cruciales para entender por qué esta resulta un espacio significativo de formación ética.

La educación como acontecimiento relacional

Para Bárcena y Mélich11, todo aprendizaje tiene que ver con un encuentro y solo es posible en un marco de relaciones entre diversas subjetividades. Desde la perspectiva de Maturana (1995), la educación y el aprendizaje también son resultados dinámicos de procesos comunicativos entre personas y, por ello, el carácter del aprendizaje y sus contenidos están definidos por la naturaleza de estos. Es decir, las relaciones atraviesan todo proceso de enseñanza-aprendizaje y ocupan un rol significativo en el mismo. Y entre las múltiples relaciones que se desarrollan en las instituciones educativas, es claro que la relación profesor-alumno es la que se ha priorizado para efectuar la tarea de optimizar el crecimiento de los alumnos. Así, la labor fundamental de las instituciones educativas sucede en un contexto relacional y la relación que el docente establece con los estudiantes ejerce una función prioritaria en ella.

La relación profesor-alumno en el aula como espacio multidimensional

Hargreaves12, Director del “Centre for International Research on Creativity and Learning in Education (CIRCLE) in the School of Education, Roehampton University, London (UK)” , afirma que, de todos los espacios donde se desarrolla la relación profesor-alumno es en clase donde se desenvuelve el mayor índice de interacción entre ambos y donde se halla la médula del proceso educativo en sus aspectos interpersonales. Aunque la relación profesor-alumno en el aula se presenta como un espacio multidimensional, según Morales13, Doctor en Pedagogía y director del Departamento de Métodos y Evaluación de la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad Comillas, este contexto relacional puede reducirse a dos dimensiones: la didáctica y la personal. La primera está referida a la orientación para el estudio, la creación y comunicación de una estructura de aprendizaje; es decir, lo que entendemos, en un sentido restringido, como docencia eficaz. Por su parte, la segunda es la relativa al tipo de relación-comunicación más interpersonal: reconocer éxitos, reforzar la autoconfianza de los alumnos, y mantener una actitud de cordialidad y consideración.

Aunque la dimensión didáctica está vinculada a los aspectos más formales y la dimensión personal a los aspectos más informales, la relación profesor-alumno dentro del aula no se puede reducir a una fría relación didáctica ni a una cálida relación humana; ambas dimensiones van unidas, se entrelazan y son indistinguibles en la misma situación educativa. La dimensión más didáctica no deja nunca de ser también una relación personal y, al revés, la relación más personal, al ubicarse siempre en un contexto de enseñanza-aprendizaje en el aula, no deja de ser didáctica. Diferenciarlas es útil solo para la reflexión de este trabajo.

La relación profesor-alumno: lo pretendido y lo no pretendido

Morales14 se refiere a los aspectos formales e informales del proceso educativo como los resultados pretendidos y los no pretendidos. En los primeros existe una intención marcada de enseñanza y ocupan la atención consciente de los profesores pues enfatizan los conocimientos de la asignatura a su cargo, mientras que los segundos se dan sin pretender enseñarlos, escapan más de la atención consciente y suelen tener influjo a nivel de valores, actitudes y motivaciones. Ambos aspectos son importantes y tienen efectos formativos en el alumnado, aunque es en estos efectos no pretendidos, pero fundamentales, donde entra en juego la relación con los alumnos dentro del aula.15

Considerar el aula como un lugar de relación nos remite al hecho de que un docente enseña aspectos importantes con lo que es y con su modo de relacionarse. Un profesor no es un mero enseñante de su disciplina pues es innegable que trasmite más de lo que enseña formalmente y, en ocasiones, puede que eso sea lo más valioso y lo más duradero. Su influencia entre los alumnos va más allá de la transmisión de conocimientos y en esta la relación juega un papel indispensable. Ello nos lleva a realzar no solo la competencia profesional de los profesores sino también su calidad como personas. Como Gheiler (1999) plantea, nos relacionamos desde lo que somos. Por ello, nuestra forma de facilitar el crecimiento de otros en el proceso educativo está marcada por lo que somos.

Siguiendo estos planteamientos, afirmamos que el vínculo del profesor con los alumnos es una relación profesional orientada a potenciar su formación integral, y por ello no se puede dejar de lado ya que afecta directamente a la eficacia de lo que se hace. Lo que se aprende y cómo se aprende está definido por la calidad de la relación entre profesores y alumnos, tanto desde sus efectos pretendidos como desde los no pretendidos, y en esta el papel del profesor es central16.

La relación profesor-alumno como ámbito de experiencia moral

Tras observar lo planteado arriba, vemos que la relación que el profesor establece con los alumnos también tiene una incidencia en la formación de actitudes y valores. Educar compromete al profesor como persona desde su modo de pensar y de vivir y por ello su forma de facilitar el crecimiento de los alumnos está marcada por lo que es valioso para él. Educar implica ponernos en relación con otro, lo cual supone dejar una huella en el otro, no solo a través de los conocimientos que podamos trasmitirle sino también a través de nuestra forma de ser y de relacionarnos con él.

Así, la relación profesor-alumno aparece como un espacio interpersonal donde se viven experiencias morales, en el cual los alumnos aprenden valores viviéndolos y haciéndolos propios, interiorizándolos a partir de su experiencia relacional. Hablamos de la enseñanza-aprendizaje de valores en y desde la totalidad de la experiencia entre el maestro y los alumnos.

A propósito del sentido ético de la relación profesor-alumno, hay quienes plantean una serie de cualidades desde las cuales se evidencia que esta relación puede generar óptimas condiciones de aprendizaje moral. Así, Bárcena y Mélich17 caracterizan la acción educativa como una relación de alteridad que demanda una responsabilidad que va más allá de todo contrato. En similar perspectiva Larrosa18 habla de una relación en la que el educador se abre al educando y está dispuesto a observarlo como un “otro nuevo” que trae su propia verdad y que le exige renunciar a la voluntad de poder sobre éste.

Siguiendo esa pista, Gheiler (1999) establece que en el proceso educativo debe evitarse el dominio de lo impuesto para orientarse a la formación de estudiantes que se autorrealizan, que gustan de aprender y que saben cómo hacerlo. Esto supone que el profesor debe tener en cuenta el mundo de la conciencia y de la subjetividad de los alumnos y crear condiciones que favorezcan en ellos una mayor concentración sobre su proyecto personal de vida. 19

Para ello, es necesario reconocer que la relación de enseñanza-aprendizaje no tiene por qué ser un vínculo basado en el moldeamiento sino en el acompañamiento y en la invitación. Se trata de crear una “pedagogía de las condiciones”20 en la que no se adopta por el otro la decisión de aprender, pero se incide en las condiciones para motivarlo a hacerlo. Schön (1992) postula que no se puede enseñar al estudiante lo que necesita saber, pero sí se le puede guiar. Esto también lo plantea Puig21 con su metáfora sobre la educación en la que el profesor es un facilitador de aprendizajes22.

Bárcena y Mèlich23 toman en cuenta la “pedagogía del tacto” como una forma de enseñar desde la conciencia de la no posesión del otro, sabiendo que solo se puede incidir en las condiciones del aprendizaje. Así, establecer una relación con los alumnos implica un trato no invasivo, una forma de proceder desde la paciencia y desde la atención al espacio del otro, a quien se busca preservar.

Para Maturana (1987), esto supone una relación en la que se mantenga un balance fundamental entre lo que uno es y lo que se construye en ella; el vínculo educador-educando deberá ser en cada caso una construcción nueva, basada en el respeto a la mutua legitimidad y en la subsistencia de las identidades de cada uno.

A partir de lo visto, verificamos que la relación profesor-alumno en el aula surge como un espacio constitutivamente ético en el cual se dan experiencias morales, y que la forma como el educador la configura es crucial en la definición de ese aprendizaje ético.

Importancia de la relación maestro-alumno en la educación infantil

  • La relación maestro-alumno en la educación infantil es fundamental para crear un ambiente seguro y propicio para el aprendizaje de los niños .
  • Una relación positiva entre el maestro y el alumno fomenta la confianza y el respeto mutuo, lo que facilita la participación activa y el compromiso del niño en el proceso de aprendizaje .
  • El maestro puede actuar como un modelo a seguir para los niños, brindándoles apoyo emocional y motivándolos a alcanzar su máximo potencial.
  • La relación maestro-alumno también puede influir en el desarrollo socioemocional de los niños, ayudándoles a desarrollar habilidades de comunicación, resolución de problemas y trabajo en equipo.

Propósito de la relación maestro-alumno en la educación infantil

  • El propósito principal de la relación maestro-alumno en la educación infantil es facilitar el aprendizaje y el desarrollo integral de los niños .
  • El maestro desempeña un papel activo en el proceso de enseñanza-aprendizaje, proporcionando orientación, apoyo y retroalimentación individualizada a cada niño .
  • A través de esta relación, el maestro puede adaptar las estrategias de enseñanza para satisfacer las necesidades individuales de cada niño, promoviendo así un aprendizaje significativo .
  • La relación maestro-alumno también puede ayudar a identificar las fortalezas y debilidades de los niños, permitiendo al maestro brindarles el apoyo necesario para superar los desafíos y alcanzar sus metas educativas.
  • ¿Qué aprendí? 
    Aprendi que la relación maestro-alumno en la educación infantil es esencial para crear un entorno de aprendizaje positivo y efectivo. Esta relación se basa en el respeto, la confianza y la comunicación, y tiene como objetivo facilitar el aprendizaje y el desarrollo integral de los niños
    ¿Para qué me sirve?

    Sirve para la relación maestro-alumno en la educación infantil es de vital importancia para el aprendizaje y el desarrollo de los niños. Esta relación se basa en el respeto, la confianza y la comunicación entre el maestro y el alumn

    AUTOEVALUACIÓN 
    CRITERIOS                                         SIEMPRE      AVECES       NUNCA
    Participo activamente en la sesión de clase.                                   si
     Me esfuerzo para cumplir con los requerimientos y actividades.        si
     Demuestro respeto a todos los miembros de la clase.                      si

         Ingrese puntualmente a la sesión de clases.                                    si


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